del cuaderno cerradura
yo recuerdo exacto el día que te perdí. también recuerdo que estaba cansada de tenerte. habían muchas lágrimas que no limpiaban nada. yo cada día estaba más sucia y despeinada. fui un obrero amateur. agarré el martillo sin saber. nunca sé cómo agarrar el martillo. quizás debería dejar de hacerlo, dejar de intentar con una herramienta que está en la parte de atrás de mi mente, pero hasta ahora lo único que he alcanzado y mucho después de cerrado el caso es ser un invisible que intenta atraer objetos hacia sí, en una suerte de entrenamiento del alma. en aquel momento exacto que recuerdo cuando te perdí y yo estaba cansada de tenerte barajé un arma borrosa y desconocida completamente fuera de mí y además de (a vos) perdí todas mis capacidades que es lo que me pasa cuando se confunden estar cansada de tener y empezar a presentir que ya no te tengo.
“en un ataúd guardo tu tacto y una corona”. soñé nuestro perdón mutuo y verdadero. danzábamos en una falsa pista de hielo, sin hielo. el gran salto era que las dos nos alegrábamos de que la otra estuviera bien y se lo decía. vos me abrazabas por atrás, yo te abrazaba por atrás. nos turnábamos, nos deslizábamos. con mucha gracia bailábamos la música del perdón, la música que nunca hicimos. salías con dos seres jóvenes a la vez, yo estaba contenta con mi soledad. veo las estrellas, veo y siento las cicatrices. tus manos alrededor de mi cintura. siento esa parte de tu cuerpo ceñido a esa otra parte contraria del mío, como antes. estás más alta, siempre te vi más alta de lo que eras. llegabas y me pedías que te diera un beso. me arrinconabas, me tenías atrapada. era más erótico de lo que creías. para mí todo era más erótico de lo que creías. después lo perdía todo hasta casi la muerte en un precipicio. al final caemos paradas pero yo sigo asustada porque mi mano te sostenía. es el erotismo lo que se pierden o no entienden de la ternura. han olvidado el banquete. no lo han tenido. uno, dos, tres saltos más y ya lo he perdido todo. dos ángeles me acompañan, me levantan. dos amigas que están vivas y alguna vez tuvieron también sus corazones en conflicto. si yo no escribo soy popeye sin espinaca.
cuando las cosas con lo que son y no otra la mente se vacía, se emptiniza. no hay dolor ni locura. solo un manto claro y liviano, una planicie. no hay nada forzado. hay algunos objetos o circunstancias que disparan alguna que otra emoción turbulenta, pero cuando las cosas son lo que son y no otra la mente está imperturbable.
la obra de arte fue desde el comienzo la llave, luego habrá sido ese beso que vos decís, cuando te llevé de la mano a la habitación. teníamos un manojo de llaves ya. quizás yo era la ama de esas llaves y vos te dedicaras a abrir o cerrar las puertas. a dejarme mantener el orden o la limpieza o cerrarme todas las puertas y cambiar las cerraduras sin avisarme. era una manera de hacerme renunciar o hacerme perder el control de mi trabajo. labrar mi inestabilidad. someternos a una constante inseguridad. poner la casa en la incertidumbre. mientras la pobre mujer intenta abrir las puertas con llaves que ya no funcionan, porque la señora las ha cambiado. la señora solo pensó en su miedo a que le roben y no pensó en la pobre mujer que iba a ir a trabajar al otro día con el mismo manojo de llaves. en un intento desesperado, nerviosismo mediante, el ama de llaves quizás forzaría algunas entradas, por supuesto sin éxito. yo como ama de llaves no soy cerrajero y no tengo la llave maestra. es por eso que no he podido destrabar esta conversación /b/lockeada.
quizás yo lo único que pretendía era mantener mi trabajo al que le dediqué años. mi servicio y confianza a la señora. quizás la señora haya pensado que yo no lo hacía bien pero en vez de cambiar todas las llaves para que yo no pueda abrir sin avisarme debería haber enviado el mensaje con algún otro sirviente o haber tenido la dignidad de invitarme a su despacho y despedirme como se despide a un siervo fiel. soportado mis lágrimas y mis penurias como a una buena señora le corresponde.
esa casa debe estar llena de fantasmas.
le pedí a la deidad otro paisaje onírico donde no se me arrancara nada. me envió a un campo lleno de flores sarmientinas que me reclamaban la validación de su juventud. yo estaba invitada a la fiesta de graduación pero no te veía y cuando ocurría como es costumbre huías. huías de mí o quizás de otra cosa. recordé toda nuestra relación de un solo tramo y vi en un sólo símbolo que cuando se terminó el idilio no pudimos más. [siempre me imagino cuando pronuncio estas palabras como idilio teniendo mascotas sobre todo gatos o perros con ese nombre.] el idilio duró bastante quizás porque (digo, para ser un idilio) quizás porque no nos veíamos tanto, quizás por la enfermedad mundial que también era otra vía de ver el idilio como único y precisarlo, amarrarlo. quizás porque nos teníamos mucho amor, quizás.
siempre me vi muy capacitada para sostener una relación más allá del romance en flor de los primeros días. será por eso que los recuerdos me abruman, porque solo acumulamos esos días, los mejores únicos, más de 365 días solamente hechos de lo memorable.
me equivocaba, yo tampoco estaba capacitada para ese después. yo también estoy enamorada del idilio, lo buscaba constantemente, incluso cuando ya no había lugar para recorrer ni distancia que acortar. si buscás tenés que saber que quizás no encontrarás, tenés que saber quizás te encontrarás con algo que no buscabas o no querías, también tenés que acostumbrarte a encontrar. solo había cortar, un lugar que deja de existir. pero yo estaba empecinada en no perder mi tajada diaria de romance y vos estabas muy triste y alejada. abismada. si antes solo podías tejer lagrimás, ahora las hacías pista de hielo y no muy estable al principio luego puro témpano.
tres flores por cada una de las pérdidas involucradas: una por mí, una por vos, otra por idilio. en un recipiente con agua, hundirlas, congelarlas. flores de hielo.
29/7/24
los últimos días de lútero. día uno: lloré por su pérdida. miré a mi alrededor todo lo que nos pasará por última vez en estos 30 días. enviamos cartas y mensajes, incluso de los mentales, que son los que más nos gustan. lloramos por nuestra última sangre. la esperamos como nunca antes, miento, siempre la esperamos, pero nunca con tantas ganas, porque será la última, nuestra hermana Sangra. Sangra, Lútero y yo nos acordamos de vos. hoy la meditación rodeó el tema. estamos llenos de rodeos, pero sabemos hacerlo bien. somos campeones del rodeo, como cangrejos yendo hacia un costado en fila. nos vamos a dormir, esperamos que nos escuches, tenemos un llamador de ángeles con los 7 colores de los chakras y también funciona como orgullo gay. te enviamos besos como a los gatos que deambulan por los techos y logramos llamar su atención.
estuve dos horas esperando que pasen las dos horas. me extrajeron dos veces sangre en el transcurso de las dos horas que esperé pasar. sentada, incómoda en el lugar menos cómodo del universo para que te extraigan la sangre de la vida dos veces en el lapso de dos horas. una lampara de techo titilaba incandescente, una fuente de calor en 30 grados se comía el oxígeno. mis venas se achicaban. la paciencia se agotaba. no hay nada que se pueda hacer con el cuerpo si la sensibilidad está herida, no hay estímulo científico que valga la pena si la sensibilidad no se recupera. hay algo que la ciencia nunca aprendió, mucho menos cuando se mezcló con el capital. un solo respiro de dispositivo vibrante y chillón más y me sale de adentro gran parte del espectro. extimidad. invención lacaniana. lo más íntimo está en el exterior, un cuerpo extraño, el propio. una fractura de la intimidad se rompió. hay una dificultad para situar-estructurar-atrapar-aceptar la extimidad. se preferiría EXTIRPARLA. ex ex ex extoy lleno de mordeduras ancestrales. en tí más que tú.
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